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sábado, 25 de noviembre de 2017

Escenario Vital y Estrategia

   

Estrategia y Realidad

     La estrategia “se refiere no sólo a la aplicación directa de la fuerza militar en tiempos de guerra, sino también al uso de todos los aspectos del poder nacional en tiempos de paz a fin de impedir la guerra configurando el entorno de seguridad” (Owens). Para Mackubin Owens (s.f.) la estrategia se limita al campo tradicional establecido -de modo sistemático- por Clausewitz (1984), que postulaba que la estrategia era el diseño del plan de guerra. Owens menciona en el texto citado que su concepción es más amplia puesto que la aplica a los intereses nacionales en épocas de paz, pero la realidad es que limita en demasía este concepto.

     La realidad humana está orientada radicalmente hacia el futuro, y en ese sentido se puede decir que es futuriza (Marías, 2000), por lo que, todo lo que hace la persona en su vida es proyectar sus decisiones en función de las posibles trayectorias que se le presentan. Siendo esto así, me atrevo a postular que la vida humana es esencialmente una estrategia. Entiendo en este punto estrategia como la disposición de los recursos en función de intereses de largo alcance, y que están directamente relacionados con la subsistencia del ser mismo en el tiempo.

     Si nos damos cuenta, en este punto, el ser y el tiempo son dos conceptos que no se pueden pensar de modo separado. Y el ser es la actualidad de toda realidad, sea este un país o una persona natural. Ahora bien, el ser humano es el único que se encuentra inserto en el tiempo y sólo tiene sentido hablar de temporalidad como una dimensión ontológica de la persona (Heidegger, 1962).

     Como la estrategia implica la dimensión temporal, y en específico la dimensión futuriza de la persona humana, se hace necesario repensar la realidad de la estrategia en función de la existencia misma, y cómo puede ser aplicada a todo lo humano, entendiendo lo humano como toda actividad racional.

     Habiendo hecho esta introducción de carácter ontológico y epistemológico, considero esencial situar la estrategia desde una hermenéutica que pueda ser utilizada para establecer escenarios de actuación tanto a nivel de un país como al nivel de la vida individual. En este artículo comenzaré por definir la teoría de juegos; acto seguido, haré una breve explicación de lo que es la estrategia, interrelacionándola con la teoría de juegos; y, por último, estableceré los vínculos de la estrategia con los escenarios vitales.

     En la teoría de juegos hay tres tipos de declaraciones o reglas constitutivas y dos tipos de declaraciones complementarias. En toda interacción humana se darán necesariamente, en mayor o menor medida, estos tipos de reglas; por lo que, nos servirá como herramienta para conocer y sacar provecho del entorno en el que nos desenvolvemos (Echeverría, 2003).

     La primera regla constitutiva es la declaración de lo que cada participante persigue dentro del juego o situación. Por ejemplo, en el fútbol será meter un gol al equipo contrario y evitar que el contrario te anote un gol.

     La segunda regla constitutiva son las declaraciones de existencia, donde se definen las entidades necesarias para realizar el juego, así como el ámbito espacial y temporal dentro del cual se lleva a cabo la acción. Como vemos, en este punto hay tres elementos que caracterizan a este tipo de reglas de existencia que son: las entidades, el espacio y el tiempo. Volviendo a nuestro ejemplo del fútbol: Para que pueda haber un juego es importante conocer que cada equipo contará con once jugadores (entidades o piezas del juego), que el juego se dará en un campo con ciertas dimensiones (espacio) y tendrá dos tiempos de 45 minutos cada uno (tiempo). Al tener estas tres variables determinadas, los jugadores podrán tener una idea general del tiempo que disponen, el espacio donde se moverán y las interacciones que podrán tener para alcanzar el objetivo de meter cuantos goles puedan al adversario.

     La tercera regla constitutiva son las leyes de acción. En todo juego y en toda situación social o laboral, hay reglas que determinan –implícita o explícitamente- lo que está y lo que no está permitido. En un partido de fútbol se sabe que no se puede agredir físicamente al jugador contrario, bajo pena de expulsión.

     Las tres reglas que he desarrollado hasta el momento son las que permiten esquematizar cualquier juego o situación en la que nos encontremos. Y el orden de desarrollo es importante, puesto que de ese modo podremos lograr saber qué hacer en cualquier situación que se nos presente.

     Por otro lado, existen dos reglas o declaraciones complementarias, pero igual de importantes.

     La primera regla complementaria de todo juego es la estrategia de acción. Para poder jugar adecuadamente, no basta con hacer un análisis estructural (reglas constitutivas), sino que se hace necesario planear el mejor modo de actuar en el escenario en el que se desenvuelve el juego y tomando en cuenta las acciones de los demás actores. En un partido de fútbol es necesario que el DT estudie al equipo contrario y haga un análisis pormenorizado de sus mejores jugadores (actores); para así plantear una estrategia que le permita anticipar sus jugadas y lleve a su equipo a anotar más goles.

     Por último, está la segunda regla complementaria, que es la de resolución de conflictos; que sirve para resolver las diferencias en la interpretación de cualquier situación imprevista que no haya sido contemplada en las reglas constitutivas, o situaciones en las que los jugadores no sepan cómo resolverlas. Por ejemplo, la FIFA asume los casos donde alguna decisión de algún árbitro no ha quedado clara. En el trabajo se puede ver esta instancia cuando se recurre al área de recursos humanos o al gerente del área para resolver una situación conflictiva que los actores involucrados no pueden resolver por sí mismos.

     Para realizar este análisis de la teoría de juegos en todos sus extremos he tomado como base el libro Ontología del Lenguaje de Echeverría (2003).

     Habiendo profundizado en el tema de la teoría de juegos, se hace necesario dedicarle un poco más de nuestro tiempo a la primera regla complementaria que es la estrategia, por ser la más importante para conseguir alcanzar nuestros objetivos (Ferreiro & Alcázar, 2014).

     La estrategia es la disposición ordenada de los medios para conseguir un fin. Originalmente, el término estrategia estaba reservado al escenario bélico, y consistía en buscar el mejor modo de obtener el fin político que el país en guerra perseguía (Von Clausewitz, 1984).

     Para lograr una buena estrategia, lo primero era entrar en la etapa de planeamiento, donde el general a cargo definía exactamente el fin perseguido (primera regla constitutiva), hacía un recuento de las existencias (material bélico, personal militar) y estudiaba el escenario o el campo donde se suponía se librarían las batallas (segunda regla constitutiva); por último, tomaba en cuenta los medios permitidos y viables (tercera regla constitutiva) (Von Clausewitz, 1984; Clark & Kiper, 2012; Owens).

     Una vez terminada la etapa de planeación, se abría paso el análisis estratégico, que consistía en estudiar al enemigo y hacer un análisis de sus fortalezas y debilidades, para así poder maximizar el uso de la fuerza; siempre teniendo en cuenta el uso del tiempo adecuado (Owens), a lo cual en la guerra se le llama calidad.

     Como podemos irnos dando cuenta, existen tres pasos para lograr hacer una estrategia adecuada: planeamiento, análisis estratégico y calidad.

     La calidad es el uso adecuado de las fuerzas para optimizar su acción en el menor tiempo posible (Clark & Kiper, 2012). En este punto, no es que quiera decir que hay que aplicar la guerra o el conflicto a todos los escenarios de la vida; sino que, en el modelo de la estrategia bélica es donde podremos encontrar respuestas a muchas de nuestras interrogantes. El actual modo de hacer análisis de la competencia en el mercado es por medio de reminiscencias del actuar de los generales de antaño ante escenarios bélicos (Fishel).

     En suma, se puede afirmar sin faltar a la verdad, que la productividad será medida por la calidad (tiempo) en que logres alcanzar el objetivo propuesto (Ferreiro & Alcázar, 2014). Y sólo lo lograrás si sabes ordenar adecuadamente los medios a tu disposición y definiendo qué debes hacer para que cualquier adversidad la puedas solucionar (en síntesis, hay que poner orden a la propia vida).

     Sin embargo, la calidad nos plantea la necesidad de especificar mejor el campo de acción, lo cual nos introduce en la táctica. La táctica consiste en el saber enfrentarse a las circunstancias del día a día, optimizando nuestros recursos, y siguiendo el fin estratégico (Echeverría, 2003).

     Gracias a la estrategia podremos anticiparnos a las variables tácticas del día a día, y siempre con el criterio de que disponemos de recursos escasos que deben ser utilizados racionalmente para llegar a nuestro fin. En la táctica, lo principal es no confundir las batallas con la guerra total (Clark & Kiper, 2012). En términos empresariales, sería no confundir una coyuntura organizacional con el desenlace de tu carrera en dicha institución o como profesional.

     A veces por no tener claridad estratégica (que siempre es a largo plazo), utilizamos una táctica inadecuada en un escenario determinado. Por ejemplo, por conseguir una mejor remuneración vamos y enfrentamos a nuestro gerente, lo cual puede terminar en un impasse para ambos y puede que no se consiga el objetivo. Es por esto que en todo lo que hagamos, debemos primero tener claro nuestro propósito, y posteriormente decidir por las acciones que nos llevarán consecutivamente a cumplir nuestras metas (Ferreiro & Alcázar, 2014)

ANÁLISIS DE ESCENARIO VITAL

     El analizar las situaciones o escenarios vitales es una tarea de suma dificultad y requiere una inteligencia entrenada. Aunque, no estará en nuestras posibilidades hacerlo si nos olvidamos de algunos elementos esenciales.

     En primer lugar, Adam Smith estaba equivocado cuando decía que la productividad se alcanzaba cuando cada uno velaba por su propio bien y objetivos. La realidad es que no podremos alcanzar la calidad en nuestra acción, si no buscamos tanto nuestro propio bien como el del equipo. Esto se debe a que nuestros recursos como individuos son escasos, por lo que el único medio para crecer en cualquier ámbito es coordinando acciones con otros; lo cual, hace patente la necesidad de tomar en cuenta a los que nos rodean como igualmente necesarios que nosotros mismos para poder realizar nuestro fin. En un sentido amplio, se puede concluir que no nos realizamos, sino que nos co-realizamos (Buber, 2006). Con lo afirmado en este párrafo, podemos ver la relevancia de conocer en detalle a los actores cuando queramos hacer nuestro propio análisis estratégico de la propia vida.

     En segundo lugar, para ser productivos en lo que sea que emprendamos, es necesario que hagamos un análisis FODA de nosotros mismos y veamos cómo podemos coordinar acciones con otros para superar las debilidades y amenazas.

     En tercer, y último lugar, debemos tener en claro que toda relación humana organizacional o vital, es una relación de poder. Muchos dirán que no todo es poder, pero la verdad es que incluso en el enamoramiento, el ejercicio de la seducción es un mecanismo de poder, donde el seducido sucumbe ante la persona que seduce por ver en ella una posibilidad de acción que colma sus necesidades afectivas de amar y sentirse amado (Echeverría, 2003).


Referencias


Buber, M. (2006). Yo y tú. Buenos Aires: Lilmod.
Clark, C., & Kiper, R. (2012). Strategic Thinking in an Era of Persistent Conflict. Military Review.
Echeverría, R. (2003). Ontología del Lenguaje. Chile: LOM Ediciones.
Ferreiro, P., & Alcázar, M. (2014). Gobierno de personas en la empresa. Lima: PAD.
Fishel, J. T. (s.f.). La Naturaleza de la Estrategia.
Heidegger, M. (1962). Tiempo y Ser. Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. Obtenido de www.philosophia.cl
Marías, J. (2000). Antropología Metafísica. Madrid: Alianza Editorial.
Owens, M. T. (s.f.). La Estrategia y la Lógica del Planeamiento de Fuerzas. En M. T. Owens.
Vattimo, G. (2004). Nihilismo y Emancipación. Barcelona: Paidós.
Von Clausewitz, C. (1984). On War. New Jersey: Princeton University Press.

  

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