Estrategia
y Realidad
La estrategia “se refiere no sólo a la aplicación directa
de la fuerza militar en tiempos de guerra, sino también al uso de todos los
aspectos del poder nacional en tiempos de paz a fin de impedir la guerra
configurando el entorno de seguridad” (Owens) . Para Mackubin Owens
(s.f.) la estrategia se limita al campo tradicional establecido -de modo
sistemático- por Clausewitz (1984), que postulaba que la estrategia era el
diseño del plan de guerra. Owens menciona en el texto citado que su concepción
es más amplia puesto que la aplica a los intereses nacionales en épocas de paz,
pero la realidad es que limita en demasía este concepto.
La realidad humana está orientada radicalmente hacia el
futuro, y en ese sentido se puede decir que es futuriza (Marías, 2000) , por lo que, todo lo que hace la
persona en su vida es proyectar sus decisiones en función de las posibles
trayectorias que se le presentan. Siendo esto así, me atrevo a postular que la
vida humana es esencialmente una estrategia. Entiendo en este punto estrategia
como la disposición de los recursos en función de intereses de largo alcance, y
que están directamente relacionados con la subsistencia del ser mismo en el
tiempo.
Si nos damos cuenta, en este punto, el ser y el tiempo
son dos conceptos que no se pueden pensar de modo separado. Y el ser es la
actualidad de toda realidad, sea este un país o una persona natural. Ahora
bien, el ser humano es el único que se encuentra inserto en el tiempo y sólo
tiene sentido hablar de temporalidad como una dimensión ontológica de la
persona (Heidegger, 1962) .
Como la estrategia implica la dimensión temporal, y en
específico la dimensión futuriza de la persona humana, se hace necesario
repensar la realidad de la estrategia en función de la existencia misma, y cómo
puede ser aplicada a todo lo humano, entendiendo lo humano como toda actividad
racional.
Habiendo hecho esta introducción de carácter ontológico y
epistemológico, considero esencial situar la estrategia desde una hermenéutica
que pueda ser utilizada para establecer escenarios de actuación tanto a nivel
de un país como al nivel de la vida individual. En este artículo comenzaré por
definir la teoría de juegos; acto seguido, haré una breve explicación de lo que
es la estrategia, interrelacionándola con la teoría de juegos; y, por último,
estableceré los vínculos de la estrategia con los escenarios vitales.
En la teoría de juegos hay tres tipos de declaraciones o
reglas constitutivas y dos tipos de declaraciones complementarias. En toda
interacción humana se darán necesariamente, en mayor o menor medida, estos
tipos de reglas; por lo que, nos servirá como herramienta para conocer y sacar
provecho del entorno en el que nos desenvolvemos (Echeverría, 2003) .
La primera regla constitutiva es la declaración de lo que
cada participante persigue dentro del juego o situación. Por ejemplo, en el fútbol
será meter un gol al equipo contrario y evitar que el contrario te anote un
gol.
La segunda regla constitutiva son las declaraciones de
existencia, donde se definen las entidades necesarias para realizar el juego,
así como el ámbito espacial y temporal dentro del cual se lleva a cabo la
acción. Como vemos, en este punto hay tres elementos que caracterizan a este
tipo de reglas de existencia que son: las
entidades, el espacio y el tiempo. Volviendo a nuestro ejemplo del fútbol:
Para que pueda haber un juego es importante conocer que cada equipo contará con
once jugadores (entidades o piezas del juego), que el juego se dará en un campo
con ciertas dimensiones (espacio) y tendrá dos tiempos de 45 minutos cada uno
(tiempo). Al tener estas tres variables determinadas, los jugadores podrán
tener una idea general del tiempo que disponen, el espacio donde se moverán y
las interacciones que podrán tener para alcanzar el objetivo de meter cuantos
goles puedan al adversario.
La tercera regla constitutiva son las leyes de acción. En
todo juego y en toda situación social o laboral, hay reglas que determinan
–implícita o explícitamente- lo que está y lo que no está permitido. En un
partido de fútbol se sabe que no se puede agredir físicamente al jugador
contrario, bajo pena de expulsión.
Las tres reglas que he desarrollado hasta el momento son
las que permiten esquematizar cualquier juego o situación en la que nos
encontremos. Y el orden de desarrollo es importante, puesto que de ese modo
podremos lograr saber qué hacer en cualquier situación que se nos presente.
Por otro lado, existen dos reglas o declaraciones
complementarias, pero igual de importantes.
La primera regla complementaria de todo juego es la
estrategia de acción. Para poder jugar adecuadamente, no basta con hacer un
análisis estructural (reglas constitutivas), sino que se hace necesario planear
el mejor modo de actuar en el escenario en el que se desenvuelve el juego y
tomando en cuenta las acciones de los demás actores. En un partido de fútbol es
necesario que el DT estudie al equipo contrario y haga un análisis
pormenorizado de sus mejores jugadores (actores); para así plantear una
estrategia que le permita anticipar sus jugadas y lleve a su equipo a anotar
más goles.
Por último, está la segunda regla complementaria, que es
la de resolución de conflictos; que sirve para resolver las diferencias en la
interpretación de cualquier situación imprevista que no haya sido contemplada
en las reglas constitutivas, o situaciones en las que los jugadores no sepan
cómo resolverlas. Por ejemplo, la FIFA asume los casos donde alguna decisión de
algún árbitro no ha quedado clara. En el trabajo se puede ver esta instancia
cuando se recurre al área de recursos humanos o al gerente del área para
resolver una situación conflictiva que los actores involucrados no pueden
resolver por sí mismos.
Para realizar este análisis de la teoría de juegos en
todos sus extremos he tomado como base el libro Ontología del Lenguaje de
Echeverría (2003).
Habiendo profundizado en el tema de la teoría de juegos,
se hace necesario dedicarle un poco más de nuestro tiempo a la primera regla
complementaria que es la estrategia, por ser la más importante para conseguir
alcanzar nuestros objetivos (Ferreiro & Alcázar, 2014) .
La estrategia es la disposición ordenada de los medios
para conseguir un fin. Originalmente, el término estrategia estaba reservado al
escenario bélico, y consistía en buscar el mejor modo de obtener el fin
político que el país en guerra perseguía (Von Clausewitz, 1984) .
Para lograr una buena estrategia, lo primero era entrar
en la etapa de planeamiento, donde el general a cargo definía exactamente el
fin perseguido (primera regla constitutiva), hacía un recuento de las existencias
(material bélico, personal militar) y estudiaba el escenario o el campo donde
se suponía se librarían las batallas (segunda regla constitutiva); por último,
tomaba en cuenta los medios permitidos y viables (tercera regla constitutiva) (Von Clausewitz, 1984; Clark & Kiper, 2012;
Owens).
Una vez terminada la etapa de planeación, se abría paso
el análisis estratégico, que consistía en estudiar al enemigo y hacer un
análisis de sus fortalezas y debilidades, para así poder maximizar el uso de la
fuerza; siempre teniendo en cuenta el uso del tiempo adecuado (Owens) , a lo cual en la
guerra se le llama calidad.
Como podemos irnos dando cuenta, existen tres pasos para
lograr hacer una estrategia adecuada: planeamiento,
análisis estratégico y calidad.
La calidad es el uso adecuado de las fuerzas para
optimizar su acción en el menor tiempo posible (Clark
& Kiper, 2012) .
En este punto, no es que quiera decir que hay que aplicar la guerra o el
conflicto a todos los escenarios de la vida; sino que, en el modelo de la
estrategia bélica es donde podremos encontrar respuestas a muchas de nuestras
interrogantes. El actual modo de hacer análisis de la competencia en el mercado
es por medio de reminiscencias del actuar de los generales de antaño ante
escenarios bélicos (Fishel) .
En suma, se puede afirmar sin faltar a la verdad, que la
productividad será medida por la calidad (tiempo) en que logres alcanzar el
objetivo propuesto (Ferreiro & Alcázar, 2014) . Y sólo lo lograrás
si sabes ordenar adecuadamente los medios a tu disposición y definiendo qué
debes hacer para que cualquier adversidad la puedas solucionar (en síntesis,
hay que poner orden a la propia vida).
Sin embargo, la calidad nos plantea la necesidad de
especificar mejor el campo de acción, lo cual nos introduce en la táctica. La
táctica consiste en el saber enfrentarse a las circunstancias del día a día,
optimizando nuestros recursos, y siguiendo el fin estratégico (Echeverría, 2003) .
Gracias a la estrategia podremos anticiparnos a las
variables tácticas del día a día, y siempre con el criterio de que disponemos
de recursos escasos que deben ser utilizados racionalmente para llegar a
nuestro fin. En la táctica, lo principal es no confundir las batallas con la
guerra total (Clark
& Kiper, 2012) .
En términos empresariales, sería no confundir una coyuntura organizacional con
el desenlace de tu carrera en dicha institución o como profesional.
A veces por no tener claridad estratégica (que siempre es
a largo plazo), utilizamos una táctica inadecuada en un escenario determinado.
Por ejemplo, por conseguir una mejor remuneración vamos y enfrentamos a nuestro
gerente, lo cual puede terminar en un impasse para ambos y puede que no se
consiga el objetivo. Es por esto que en todo lo que hagamos, debemos primero
tener claro nuestro propósito, y posteriormente decidir por las acciones que
nos llevarán consecutivamente a cumplir nuestras metas (Ferreiro & Alcázar, 2014) .
ANÁLISIS DE
ESCENARIO VITAL
El analizar las situaciones o escenarios vitales es una
tarea de suma dificultad y requiere una inteligencia entrenada. Aunque, no
estará en nuestras posibilidades hacerlo si nos olvidamos de algunos elementos
esenciales.
En primer lugar, Adam Smith estaba equivocado cuando
decía que la productividad se alcanzaba cuando cada uno velaba por su propio
bien y objetivos. La realidad es que no podremos alcanzar la calidad en nuestra
acción, si no buscamos tanto nuestro propio bien como el del equipo. Esto se
debe a que nuestros recursos como individuos son escasos, por lo que el único
medio para crecer en cualquier ámbito es coordinando acciones con otros; lo
cual, hace patente la necesidad de tomar en cuenta a los que nos rodean como
igualmente necesarios que nosotros mismos para poder realizar nuestro fin. En
un sentido amplio, se puede concluir que no nos realizamos, sino que nos
co-realizamos (Buber, 2006) .
Con lo afirmado en este párrafo, podemos ver la relevancia de conocer en
detalle a los actores cuando queramos hacer nuestro propio análisis estratégico
de la propia vida.
En segundo lugar, para ser productivos en lo que sea que
emprendamos, es necesario que hagamos un análisis FODA de nosotros mismos y
veamos cómo podemos coordinar acciones con otros para superar las debilidades y
amenazas.
En tercer, y último lugar, debemos tener en claro que
toda relación humana organizacional o vital, es una relación de poder. Muchos
dirán que no todo es poder, pero la verdad es que incluso en el enamoramiento,
el ejercicio de la seducción es un mecanismo de poder, donde el seducido
sucumbe ante la persona que seduce por ver en ella una posibilidad de acción
que colma sus necesidades afectivas de amar y sentirse amado (Echeverría, 2003) .
Referencias
Buber,
M. (2006). Yo y tú. Buenos Aires: Lilmod.
Clark, C., & Kiper, R. (2012). Strategic Thinking in an
Era of Persistent Conflict. Military Review.
Echeverría, R. (2003). Ontología del Lenguaje.
Chile: LOM Ediciones.
Ferreiro, P., & Alcázar, M. (2014). Gobierno de
personas en la empresa. Lima: PAD.
Fishel, J. T. (s.f.). La Naturaleza de la Estrategia.
Heidegger, M. (1962). Tiempo y Ser. Escuela de
Filosofía Universidad ARCIS. Obtenido de www.philosophia.cl
Marías, J. (2000). Antropología Metafísica. Madrid:
Alianza Editorial.
Owens, M. T. (s.f.). La Estrategia y la Lógica del
Planeamiento de Fuerzas. En M. T. Owens.
Vattimo, G. (2004). Nihilismo y Emancipación.
Barcelona: Paidós.
Von Clausewitz, C. (1984). On War. New Jersey:
Princeton University Press.